viernes, 26 de junio de 2009

VUELO SUPREMO




Les comento que en estos días tengo que ilustrar un libro de memorias de Puntarenas (provincia de Costa Rica), de la escritora Cecilia Prado. Me siento realmente feliz, que ella me escogiera para realizar tan hermosa labor. Espero poder inspirarme y plasmar en tinta china y carbón la hermosura del pedacito de tierra más hermoso del mundo... Puntarenas.

Hay un poema del autor Julián Marchena, el cual siempre me hace erizarme y recordar con gusto el sentir la arena y el sol de Puntarenas en mi niñez... siempre con la camisa anaranjada y blanca, comiendo un Churchil (Un tipo de postre frío) o un Vigorón (Comida servida en hoja de plátano).

Les dejo el poema... su nombre es ...

VUELO SUPREMO
Julián Marchena

Quiero vivir la vida aventurera
de los errantes pájaros marinos;
no tener, para ir a otra ribera,
la prosaica visión de los caminos.


Poder volar cuando la tarde muera
entre fugaces lampos ambarinos
y oponer a los raudos torbellinos
el ala fuerte y la mirada fiera.


Huir de todo lo que sea humano;
embriagarme de azul... Ser soberano
de dos inmensidades: mar y cielo,


y cuando sienta el corazón cansado
morir sobre un peñón abandonado
con las alas abiertas para el vuelo.

martes, 23 de junio de 2009

Consejos Ignorados


"–Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?– dijo Alicia
–Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato."
(Alicia en el país de las Maravillas - Lewis Carroll)





Por más buenos consejos que demos... si las personas no quieren salir o quieren hundirse más... no los podemos salvar....

Se hunden más y más entre oscuridad y miseria... y lloran sin control... sin saber que son ellos los que no buscan la puerta.

Desesperados andan pidiendo consejos... pero realmente no quieren salir... se aferran a un lugar que no existe.

jueves, 11 de junio de 2009

El Viejo en el Hospital



Un anciano con su cara marchita, miraba por la ventana del cuarto del hospital, llevaba ya varias semanas ahí... en esa habitación, la cual había recorrido tantas veces, que podía tener memorizada cada esquina, cada mancha, cada característica de aquel cuarto.

Aquel cuarto, sin ninguna particularidad más que la igualdad con todos los cuartos del hospital, a excepción de tener una vista hermosa hacia la autopista que pasaba enfrente de la institución médica.

Su rostro se deslucía con la tarde, tal como lo ha hecho cada día durante las últimas semana, sintiendo que moría con el sol... sintiendo un dolor fuerte en el alma, que cada día se volvía más profundo y más profundo.

Siempre se había dicho que odiaba las camas del hospital, pero últimamente las aborrecía más... ya no las veía como las vio la última vez que estuvo internado... al igual que aquellos monitores que provocaba un sonido intermitente... ese sonido que se clava en la sien... y provoca dolor y hasta náuseas.

Esa habitación... pintada de celeste, decolorada por el tiempo... se volvió su cárcel... en ella... el tiempo se hace eterno y la única forma de escapar es por aquel ventanal... por el cual... ese mismo día había pensado en saltar...

—¿Soportará que me lance contra el vidrio?— se preguntó.

Pero sabía que su fuerza no era la de antes, no podría saltar ni aunque lo decidiera concretamente... así que volvió a sentir ese terror... el terror de saber que volvería ese día a su casa... para nunca volver a ese cuarto...

Que ese día en la mañana su esposa, que durante semana estuvo tendida en la cama del aposento, falleció... ya no sentirá más nauseas por escuchar el débil latido de su amada en el monitor, ni tendrá que visitarla diariamente y pasar todo el día en esa habitación... Ahora le tocaba volver sólo a su casa... solo realmente... como no lo había estado en más de cincuenta años.

Tomó su sombrero y su bastón... miró por última vez aquellas camas (las cuales detestaba más desde que le arrebataron a su esposa)... y salió caminando lentamente... tal como su edad se lo permitía.

miércoles, 10 de junio de 2009

Gélida Tarde



Me entristece caminar por la ciudad, viendo el humo salir de mi boca, y desaparecer entre el cielo nublado y la calle.

Me entristece dirigirme al mismo lugar todos los días, para sentarme en la misma silla y ver morir la tarde.

Me entristece en realidad las tardes marchitas como hoy, aquellas que me llenan de recuerdos y sentimientos.

Hoy, el humo sabe diferente... sabe a tristeza y humedad, sabe a melancolía y añoranza; hoy los edificios intentan abrazarse entre sí, haciéndome sentir que no puedo volar hacia otro lugar.

Hoy, las batallas se dejan para otro día... los intentos de triunfos no existen cuando la ciudad está vacía y llena de murria.

Hoy, los cafés son refugios de las personas para huir del gélido clima y de los abrigos...

Hoy, las bancas del parque abandonadas buscan calor entre parejas que luchan contra el frío para amarse un minuto más... antes, de tener que marcharse y quedarse tan solos como las bancas del parque.

Lea también Tus lágrimas (8/6/2009)

lunes, 8 de junio de 2009

Tus lágrimas


Presencie mi muerte al verte llorar... tendida en mi cama y tus lágrimas resbalaban entre mis sábanas cambiando de azul a un triste color.

Te preguntaba que ocurría una y otra vez... más tus lágrimas eran la única respuesta que obtenía... y mi mundo se derrumbó lentamente.

Intenté alegrarte pero solo obtuve la soledad de tu espalda... mientras mirabas a la pared que lloraba contigo... mi hogar lloró contigo.

Ahora varios días después, sigo sin tener respuesta de tus lágrimas.

¿Qué te pasó, que tristeza pudo hacer llorar... que silencio hace que no me contaras?... acaso fui yo el culpable de tus lágrimas... o más bien estás evitando mis lágrimas al no decirme que ocurría.